El Heroísmo de un Gorrión

Había una vez un bosque donde vivían toda clase de animales, felices y contentos, entre ellos aves de toda clase, leones, tigres, corderos, jabalíes, tejones, búfalos, elefantes, reptiles, etc.

Pero un día sucedió que el bosque, la casa común de todos los animales, se incendió y todos comenzaron a huir como podían, uno tras otro.

Sin embargo, un gorrioncito que no quería darse por vencido tuvo la osadía de lidiar con el fuego que devoraba todo el bosque.

Entonces fue en busca de una fuente de agua, mojó sus pequeñas alas y fue recorriendo de llama en llama derramando en cada una de ellas unas gotitas de agua con la finalidad de calmar el incendio.

En ese ínterin le salió al encuentro un elefante y le advirtió:

— ¿Te has vuelto loco? ¿Cómo piensas apagar semejante incendio con unas gotitas de agua? ¡Vas a terminar devorado por las llamas; vas a morir! ¡Huye junto con nosotros!

El gorrioncillo, sin pensárselo porque no había tiempo para la tregua, contestó:

— ¡No, no puedo huir, por lealtad a mi terruño! A este bosque, que es mi hogar, no puedo abandonarlo. Él me vio nacer, me dio felicidad, me dio la alegría, es testigo de mis alegrías y mis tristezas. ¿Abandonarlo, yo? ¡Imposible! ¡Eso jamás! ¡Ella es mi madre, voy a salvar el bosque aun a costa de mi propia vida!

Tal fue el heroísmo de un gorrión que Dios se apiadó de su sacrificio voluntario y dejó caer un gran chaparrón sobre todo el bosque, y el incendio se apagó completamente. Todos los animalitos que habían sobrevivido recobraron la calma y comenzaron a reconstruir su casa común. Y vivieron felices, tal vez más felices que antes.